Solemos pensar que los responsables de la catequesis de una parroquia son, el sacerdote y los catequistas. Creemos y muchas veces hacemos comentarios temerarios si la catequesis no funciona bien, si los muchachos no perseveran, o si no van mostrando frutos inmediatos de cambios.
En esta sección vamos a ir conociendo quiénes son los responsables naturales de la catequesis parroquial, cómo su integración, distancia, indiferencia, resistencias o integración plena favorecen o dificultan la labor de acompañamiento en la fe de los niños, jóvenes y adultos de una comunidad.
Nuestro primer actor o responsable de la catequesis es: LA COMUNIDAD.
“Cuando uno ha recibido su propio don, póngalo al servicio de los demás como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que lo haga conforme al mensaje de Dios; el que presta un servicio, hágalo con la fuerza que Dios le ha dispensado, a fin de que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo” (1Pe 4,10-11)
La comunidad cristiana posee la misión del anuncio de la fe, pues todos los bautizados deben transmitir y hacer fructificar el tesoro de la Buena Noticia, aunque la misión toma formas muy variadas donde cada uno está llamado a difundirlo según sus dones, historia, generación, e incluso sus inclinaciones.
Así podemos afirmar que la primera gran responsable de la catequesis será la comunidad, en la medida que posea una madurez tal de percibir como suyo el don de la fe, y provocar en sí misma la comunicación de esta fe, como madre y maestra que es.
Tiene como raíz su ser discípula y evangelizada , por lo que se convierte en una comunidad apostólica y misionera dentro de un contexto preciso de relaciones humanas que se expresan concretamente entre las casas y un territorio, esencialmente el parroquial.
Algunas experiencias esenciales que se deben tomar en cuenta y valorizar a nivel de comunidad son: la meditación de la palabra, las celebraciones –en especial la misa dominical-, la experiencia de fraternidad y comunión, experiencia de caridad y de servicio…
Por ende, una comunidad realmente de fe: afirmará la catequesis parroquial a través de las propias expresiones de fe privadas y públicas de sus integrantes; la oración, el servicio, el testimonio de caridad que la comunidad vive, las manifestaciones religiosas particulares, la buena voluntad para apoyar los procesos de formación… todo ello genera un espacio y ambiente propio para la catequesis. Lo contrario la dificulta, la entorpece, y la hace infructífera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario